viernes, 12 de junio de 2020

En relación con el artículo Desayuno en Tiffany & Co – Bogotá, de Jaime Luis Charris

En relación con el artículo Desayuno en Tiffany & Co–Bogotá, de Jaime Luis Charris 

                     Por Aurelio Pizarro 

   Cuando la semana pasada leí en el artículo que el escritor tomasino, Jaime Luis Charris escribió para la revista Nova et Vetera, de la Universidad del Rosario, una frase que el novelista español Santiago Posteguillo pronunció en agosto de 2017 en el lanzamiento de su libro El séptimo círculo del infierno-escritores malditos, escritoras olvidadas, y en el que se refiere a la “única e irrepetible sensación de leer por primera vez ciertas obras literarias”, hubo algo dentro de mí que me quedó haciendo roce como con los pelillos de una oruga. Sabía que la frase la había escuchado antes y eso se me hizo raro porque no he leído nada de Posteguillo, ni siquiera en algún artículo de prensa. Me di a la tarea de buscar el texto en el que pudiera figurar aquella frase, pero por más que revisé y volví a revisar escritos que tuvieran que ver con ese tema, no pude dar con nada a lo largo de toda la semana. 
    Pero ya se sabe que los atajos de la memoria son inextricables y ayer por la tarde, revisando un viejo DVD sobre la vida de Miles Davis —y sobre la historia del Jazz en general—, me topé con un pasaje que nada tiene que ver con el tema y en el que ni siquiera se habla de literatura, pero que me hizo recordar con envidiable precisión dónde había leído aquella frase. O mejor dicho, dónde la había escuchado, porque en realidad no la había leído sino que se la había oído decir en una entrevista a James Patterson, el famoso escritor de novelas de misterio. El asunto se hubiera quedado ahí de no haber sido porque ese transitorio olvido mío retrasó el comentario que tenía preparado para el interesantísimo artículo de Jaime Luis y porque caí en la cuenta de que la apreciación de Patterson es muy superior a la que hizo en su momento Posteguillo. Y la cosa está en que Patterson hace su análisis a propósito de una charla sobre la amnesia. Dice que detrás de la desgracia del olvido puede ocultarse el placer del deslumbramiento, de esa sensación de plenitud que sólo nos producen las cosas a las que a pesar de que nos enfrentamos por primera vez, parece que ya trajéramos dentro. “Ah”, termina exclamando el viejo Patterson para cerrar su disertación, “lo que diera yo por poder leer por primera vez El barril de amontillado”. No quiero poner en tela de juicio, por supuesto, la originalidad de la frase de Posteguillo, pero cuento esta anécdota por dos razones: la primera es porque el contexto de Patterson me parece mucho mejor y la segunda porque el artículo de Jaime Luis está tan bien escrito que lo había planeado decir yo sobre él, hubiera resultado redundante. 
    Comparto aquí con ustedes el excelente artículo de Jaime Luis Charris que, sin duda alguna, merece ser leído por primera vez… nuevamente. 


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