La vida y el futuro en La muerte previa. Entrevista al novelista Aurelio Pizarro
Todo empezó con un reportaje fenomenal que el maestro Julio Olaciregui escribió para El Espectador pocos días después del lanzamiento del libro. De repente, Aurelio Pizarro, el gran narrador, se encontró con el descomunal reconocimiento de lectores maravillados. El libro empezó a venderse en Amazon y gente de todo el mundo pudo descargarlo gracias a las maravillas de la tecnología. Otros grandes, como Ramón Molinares y Pedro Ugarte, hicieron críticas siempre ventajosas sobre aquella novela de doscientas treinta páginas que llevaba el pertinente título de La muerte previa.
Dije que todo empezó con el reportaje de Olaciregui y, en lo que al reconocimiento se refiere, es cierto. Pero como el mismo título del texto lo sugiere, los cimientos de esta novela ardua se fijaron antes ―muchos años antes, a decir verdad―, cuando el escritor vagaba por Europa buscando el camino universal de sus letras. Del libro se ha hablado bastante y se seguirá hablando por mucho tiempo (una columna del sociólogo Pedro Conrado se ha publicado recientemente en el mítico rotativo de la costa,Diario del Caribe, por ejemplo). Es curioso que muchas veces la fuerza propia de una obra acabe por sobrepasarel nombre de su arquitecto, y, aunque no es esta una circunstancia del todo indeseable, en este espacio pretendemos conocer al autor en relación con su más reciente libro, por supuesto, pero, sobre todo,en relación conelresto de su obra. Veamos lo que tiene para contarnos Aurelio Pizarro al respecto.
Iván Darío Fontalvo (I.F.): Arranquemos con la pregunta cliché e incómoda: ¿quién es Aurelio y qué camino lo ha traído hasta aquí?
Aurelio Pizarro (A.P.): Bueno, Aurelio Pizarro es un caribeño cualquiera que, sin embargo, tuvo la buena fortuna de nacer en Santo Tomás, un pueblo que desde la época de la colonia ha liderado las inquietudes intelectuales y artísticas del departamento y que inocula, casi que congénitamente, en todos sus hijos, el germen de la pasión por la cultura. No en vano, desde que fue capitanía del partido de Tierradentro, allá por el siglo XVIII, ha habido siempre por aquí curas y escuelas, y la fundación del Colegio Oriental ejerció una profunda transformación no sólo en el departamento, sino en toda la región. Yo, como la mayoría de mis coterráneos, no pude escapar a la virulencia de ese germen y no tuve, por tanto, más opción que la de transitar ese camino que desde muy temprana edad empezó a resolverse en forma de historias y de versos.
I.F.:Ya que mencionasese influjo artístico,¿qué puedes decir de tus predecesores en la rama?
A.P.:Que han sido determinantes y que ese influjo se remonta a mis primeros días. A mi abuelo (Aurelio Pizarro Cabarcas), por ejemplo,lo recuerdo —ya en mi primera infancia— representando comedias de carnaval junto a Juancho Manuela, a Alfredo Herrera y aToño Pizarro. Más adelante, en los años previos a la adolescencia, fui testigo de las gestas poéticas de Manuel Eusebio Salcedo y de Julián Acosta Varela. Y ya en el bachillerato tuve el privilegio de tener como profesores a Ramón Molinares y a Pedro Conrado, y de cultivar la amistad con el poeta Tito Mejía quien fue uno de mis ídolos de infancia ya que era una de las más fulgurantes estrellas de la radio en toda la costa. Con estos últimos hicimos una buena gallada —cosa que les agradezco ya que, a pesar de que entre ellos y yo existe más de una generación de distancia, siempre me trataron como a uno de los suyos—.A esta gallada pertenecen también los enormes poetas Julio Lara Orozco (el famoso poeta Lara que aparece en La muerte previa), Frensis Isaac Salcedo quien a su vez cultivaba el periodismo y Tatiana Guardiola que empezaba a hacer sus primeros pinitos.
I.F.: La muerte previa es tu libro más reciente, una especie de thrilleren el cual su protagonista persigue la resolución de un misterio que hizo pedazos su reputación. ¿De dónde nace la idea?
A.P.: En realidad, La muerte previa está basada en un hecho real que tuvo lugar antes de que yo naciera. Un hecho que removió los cimientos del municipio hasta su mismísimo tuétano. Es la historia de Dorina María Barandica, una mujer de una familia distinguida que, en efecto, allá por el año 63 o 64 del siglo pasado, decidió misteriosamente encerrarseen su casa. El hecho generó toda suerte de especulaciones ante las cuales ella se mantuvo siempre hermética. Cuando conocí esa historia, a través de Leda —a quien dedico la novela, al tiempo que ala propia Dorina— supe que por mucho tiempo no iba a poder quitármela de la cabeza. Intenté escribir en ese momento una especie de cuento largo o nouvelle en la que gasté angustias e innumerables noches de insomnio, pero(creo que, por lo prematuro del momento, pues tenía entonces dieciséis o diecisiete años) los resultados fueron siempre fallidos. Me dediqué a escribir otras cosas, entre ellas los primeros cuentos deFantasmas de este mundo, cuatro de los cuales aparecieron publicados en el colectivo Visionarios,y algunos cuentos sueltos de El espejo infinito. Sin embargo, nunca pude abandonar la pasión por esa historia. Podría decirse que prolongué, desde entonces, una etapa de callada documentación en la que la ansiedad y la curiosidad nunca me abandonaron. No fue hasta mi llegada a Europa —quizás al tercer o cuarto año de estar allá— cuando pude acometer la historia con la fuerza que deseaba. Allí, tanto el distanciamiento como el descubrimiento de nuevas lecturas, me abrió definitivamente las puertas para pespuntear la historia que quería. A partir de ese momento la ejecución de la novela se hizo imparable.
I.F.: La historia dio vueltas en tu cabeza por más de veinte años; ¿por qué crees que resultó tan insidiosa y por qué crees que necesitaste tanto tiempo para decidirte a escribirla? ¿Tiene algo que ver con tus preocupaciones artísticas o son meras coincidencias del flujo cuántico?
A.P.: Estoy convencido de que se debe, sin duda, a eso que yo he decidido llamar el flujo cuántico. Las preocupaciones artísticas estuvieron siempre ahí, pero las corrientes no les eran propicias. Creo profundamente en las explicaciones de la mecánica cuántica, las estoy abordando con considerable rigor y cada vez me convenzo más de que en ellas se hallan la resolución de muchos misterios fantásticos de nuestra vida. Eso que otros explican a través de la fe, de la causalidad o del azar, tiene para mí un desenlace más coherente a través de la física cuántica.
I.F.: Mencioné adrede la noción de la cuántica que predican autores como Houellebecq para preguntarte ahora: ¿qué autores en particular te han influenciado en esta obra y en tu larga carrera como narrador?
A.P.: Yo creo que el autor que más me ha influenciado es, sin duda alguna, Jorge Luis Borges. Con el añadido de que mi admiración hacia él no se limita sólo a su obra, sino a su vida misma, a su proceso de formación. Esto trajo a mí sus recomendaciones literarias desde muy temprana edad. A través de él descubrí a autores que de otro modo no habría descubierto, al menos a esa edad. Entre ellos, te podría mencionar, por ejemplo, a Shaw, a De Quincey, a Chesterton, a Faulkner, a Henri Michaux… No incluyo en esta lista a Virgilio, a Kafka, a Poe, a Dostoievski o a Quevedo, porque, aun cuando los leí bajo la influencia borgesiana, a ellos de todas formas los iba a descubrir en las lecturas del bachillerato. No te puedo ocultar, sin embargo, que dentro de los autores de los últimos años, sigo con cierta devoción a Houellebecq, a pesar de las diferencias estilísticas que existen entre su narrativa y la mía.
I.F.:Al final, hablaremos de recomendaciones para nuestros lectores. Ahora quiero que me cuentes sobre la disyuntiva contextual presente en La muerte previa. Santa Villa de los Mares (lugar donde se desarrolla la historia) es una ciudad imaginaria que en ocasiones parece ubicada en alguna costa española y que luego se transfigura y se parece a Santo Tomás, el pueblo del que provienes.¿Qué pretendías con este ejercicio de evocación?
A.P.: Sentirme en consonancia con mi propia realidad. Soy consciente de que cuando surgió el fenómeno del Boom los escritores del lado de acá —para seguir la propuesta cortazariana— estatuyeron, casi que como una obligación moral y política, el hecho de hacer una literatura con lenguaje regional, tildando de presuntuosos a aquellos escritores que dejaban ver una literatura más europea. Pero para el momento en que escribí La muerte previa,esta especie de prejuicio había empezado a desparecer. Hoy en día, con la globalización, casi se podría decir que se ha extinguido. En tal sentido, yo no me sentí afectado por ese prejuicio y simplemente deje fluir las cosas, las describí a tono con la realidad que vivía en ese momento. Es así que Santa Villa de los Mares resultó siendo un híbrido entre Santo Tomás y Laredo —el pueblo cantábrico al que todos los que vivíamos en Bilbao nos íbamos a pasar los fines de semana— y Morantes, el protagonista, vive sus aventuras en Atenas, en Viena o en Rennes, tal como me tocó vivirlas a mí en aquel instante.
I.F.: Apropósito de eso, como escritor del Caribe, ¿te identificas con el rótulo o sientes que lo evades?
A.P.: A pesar de la respuesta anterior, me identifico plenamente como un escritor del Caribe. Soy en esencia un hombre caribe y los casi veinte años que viví en Europa no pueden cambiar —ni siquiera mínimamente—esa circunstancia. De hecho,si haces un análisis del ritmo narrativo de La muerte previa encontrarás la cadencia de la música caribeña. No en vano, como bien sabes, además de ser escritor, soy músico y tengo bien claro nuestro manejo de los tempos.
I.F.: Tienes un modo de narrar con el cual describes de manera detallada y expresiva hasta la situación más simple.¿Qué lugar ocupa el lenguaje en tu estilo? ¿Es tu primera preocupación en el proceso de construcción de tus obras?
A.P.: Volvemos a Borges. El lenguaje lo es todo. Cuando escribes, por más que creas que estás diciendo algo novedoso, siempre estarás contando algo que ya ha sido contado, estarás diciendo algo que ya ha sido dicho. De modo que lo único que interesa es la forma en la que lo digas, la estrategia de la que te valgas para contarlo. Sin embargo, la globalización ha convertido esa verdad literaria en una paradoja; una paradoja que se deriva de las nuevas tecnologías y de la democratización de la literatura. La internet, ha desatado una oleada tremenda de escritores—de miles, millones, de escritores— que hunden las raíces de su formación en el cine. Lo audiovisual, es más fácil de digerir que lo escrito. Esto ha condicionado a los lectores y por ende a la industria editorial. Ante ese panorama, es casi suicida hacer experimentos narrativos. A la mayoría de los lectores lo que les interesa son las películas y las editoriales, en consecuencia, lo que les exigea sus escritoresson guiones de cine. Por eso la mayoría de escritores de hoy en día han terminado escribiendo con la misma técnica narrativa: frases cortas y poca profundización en la psiquis de los personajes. Eso casi que te garantiza el éxito en la industria, que no necesariamente equivale —que casi nunca equivale— al éxito literario.
I.F.:Hablemos de Morantes y de Anaísa, protagonistas principales de La muerte previa. Percibo una preocupación evidente por resaltar sus estados de ansiedad y angustia. Este tipo de descripción sofocante y minuciosa creo que es el rasgo distintivo del thriller. ¿Cómo concebiste esa atmósfera que no concede respiro?
A.P.: La muerte previaes una novela que pretende ahondar en la psicología de los personajes. Si aunamos eso a lo que tú dices, podríamos catalogarla como un thriller psicológico. No hay otra manera de escribir un thriller psicológico, que haciendo parte de él. Yo hice el ejercicio de meterme en la cabeza de los personajes y, aun a riesgo de mi salud mental, viví con ellos sus venturas y desventuras. De ese estado de sofocante ansiedad con la que yopercibía sus vidas, creo que se deriva esa atmósfera que tú catalogas —para mi regocijo— como una atmósfera que no concede respiro.
I.F.: A propósito de ese estilo tan depurado y deslumbrante, con descripciones tan profundas y bellas, ¿puedes decirnos si crees que el texto requiere del lector cierto nivel de intelectualidad superior?
A.P.: Creo que no. Cualquier lector de mi generación o de la generación que le sigue a la mía, aun cuando no tenga el hábito de la lectura, puede leerla perfectamente. El problema se nos viene cuando hablamos de los millennials para acá. Ahí la cosa se nos complica, porque los códigos que ellos manejan son los de la civilización del espectáculo —como diría Vargas Llosa—y eso nos obligaría a terminar escribiendo con abreviaturas y emoticonos, concesión hasta la queno creo que debamos llegar. Aun con todo —y creo que en ese sentido va tu pregunta—, he de reconocer que ésta, al ser mi primera novela, es, sin duda alguna, la más barroca y por lo tanto la menos fluida de todas las que he escrito; pero tampoco creo que exija del lector altos conocimientos de literatura.
I.F.: Ya que hablamos de lecturas, ¿podrías recomendarles a nuestros lectores libros que te hayan marcado y que consideres indispensables en el crecimiento personal del individuo?
A.P.: Por supuesto. Aunque te haré una lista arbitraria e inconexa, que obedece a gustos personales y que no necesariamente coincide con los catálogos de mejores obras. En ese sentido, recomendaré: todo Borges; El proceso, de Kafka; La señora Dalloway, de Virginia Wolf; laDivina comedia, de Dante;La vida breve, de Onetti;Las palmeras salvajes, de Faulkner; Trapos al sol, de Olaciregui; El amor en los tiempos del cólera, de García Márquez; Ceremonias, de Julio Cortázar;Los crímenes de la calle Morgue, de Poe;Los cuerpos de las nadadoras, de Ugarte; Las partículas elementales, deHouellebecq; Un hombre destinado a mentir, de Molinares; cualquier cosa de Wilde o de Cheever; la Odisea, de Homero; Dublineses, deJoyce; Pigmalión, de Bernard Shaw y elQuijote, de Cervantes… Y paro de contar porque la lista sería larga.
I.F.: Por último, Aurelio, sabiendo que para los lectores no hay un libro más importante que el siguiente y que la situación coyuntural con la COVID-19 de seguro supondrá un reto para la industria (hay que prepararse para la avalancha de literatura y cine post-pandemia), ¿puedes decirnos qué leeremos de ti próximamente?
A.P.:Ahora mismo estoy terminando de corregir una novela que se llama Los infiernos mansos y que cierra la historia de los cuadernos del bisabuelo De Roux. Pero ya tengo listas para la imprenta dos novelas anteriores: El laberinto todavía, un texto de casi quinientas páginas en el que trabajé durante cuatro años y que continua con la historia de los cuadernos del bisabuelo,y Epístolas del ángel caído, una novela epistolar que ahonda en la época del paramilitarismo en Colombia. Como ves, soy un escritor que se marca sus propios tiempos y que no vive al dictado ni de las modas ni de la industria. Ahí están las novelas y se publicarán cuando lo determine el flujo cuántico, como al final sucede con todas las cosas.
Escritor. Ganador del IV concurso nacional de novela UIS (2019). Finalista del Premio Nacional de Novela Nuevas Voces Emecé- IDARTES (2018) y del Premio Nacional de Novela Ciudad de Bogotá (2019).
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